Hace un tiempo conocí una expresión de un experto en negociación que decía: «no asuma que usted está negociando con un adulto; usted normalmente está negociando con un niño en cuerpo de adulto». Esta expresión me invitó a estudiar en más detalle el comportamiento de los niños, para poder entender a los adultos. Para mostrarle a usted este concepto en acción, quiero invitarlo a que compare a los niños con sus clientes:
- Los niños son crueles, en cambio los clientes suyos … también.
- Los niños son insaciables, en cambio los clientes suyos … también.
- Los niños son desagradecidos, en cambio los clientes suyos … también.
- Los niños son tiranos, en cambio los clientes suyos … también.
- Los niños aman los dulces, en cambio los clientes suyos … también (dulces son pequeñas concesiones).
- Los niños amenazan, en cambio los clientes suyos … también.
- Los niños no son conscientes del esfuerzo que hacemos para poder darles lo que les damos, en cambio los clientes suyos …. también.
- Los niños hacen pataletas, en cambio los clientes suyos …también.
Los niños son una fuente inagotable de conocimiento y nos enseñan tendencias importantes. A ellos les importa más el empaque que el contenido, así como es la sociedad y los clientes, a quienes se les empaca muy bien el producto y toman sus decisiones. No importa cuántas cosas, en forma secuencial, le haya dado usted a su hijo, él siempre tendrá la expresión: «… y qué más?».